Hoy he llegado a casa de trabajar a las 02:30 horas, después de que el Valencia haya levantado su séptima Copa del Rey y he aterrizado un poco... ¿cansado? No, cuando uno hace lo que le gusta, aunque sea de 11:00 a 2:00, pienso que no debe cansarse, al menos es lo que yo siento. El sentimiento al llegar a mi morada ha sido bastante agridulce y, por ser sinceros, más agri que dulce. Aunque la anterior noche ya conocíamos la noticia, ayer miércoles me desayuné con la confirmación del adiós de nuestro míster. Luego, con el paso de las horas, ni el insultante desparpajo de Mata, ni la rabiosa aparición de Alexis ni el esperado cabezazo del Moro pudieron aliviar el pesar. Cuando ves los toros desde el otro lado de la barrera o, al menos, desde un lugar diferente, valoras cosas por encima de que alguien gane un título o quede segundo o duodécimo, sobre todo si conoces a los principales protagonistas de la película, muchos de los cuales a veces te defraudan.
Decía que el día fue agridulce, por la Copa y la despedida del míster, y el propio adiós de De Biasi en sí encerraba una cucharada de sal y otra de azúcar. El mal sabor de boca, el fin de la etapa del italiano en el Levante, pero la alegría que irá creciendo con el paso de los días de que haya encontrado un destino más grato, con un futuro real y, por qué no decirlo, donde le paguen y pueda estar cerca de su familia. Aquí, en seis meses, en tiempo récord, creo que deja una lista extensa de amigos y, sobre todo, de buenos momentos que ha repartido a base de buen humor, carisma y elegancia... dicen que a veces lenguaraz, aunque de eso sólo le acusaban los que no tenían la conciencia tranquila y, en todo caso, es uno de los rasgos que más me atraen de él.
Al hablar con él, cuando todo ha terminado, he sentido una voz cansada a la par que de alivio, del que se ha quitado un peso de encima pero con la amargura de no haber podido completar su trabajo... con éxito. Demasiado reto incluso para alguien acostumbrado a subir las montañas más elevadas y empinadas. Imposible que, sólo con el sonido de su arpa, pudiera espantar los nubarrones que se cernían sobre este equipo.
Mal sabor de boca porque deja tras de sí un equipo roto, sin rumbo, en el que sus componentes no saben a dónde mirar, porque nadie les hace caso. Buscan explicaciones que son incapaces de darles unas marionetas que no saben ni figurar.
Llega la noche, aparco el otro fútbol y me zambuyo en el glamour ché, del que también soy partícipe, como el que más. La redacción de AS, fundamentalmente por mi 'culpa' y la de David -un fotógrafo de 23 años del que, sólo por ver los ojos que se le ponen con cada gol, merece la pena que el equipo consiga la victoria- es un auténtico terremoto. Luego, el bajón, escribir, meter páginas y salir a la calle cuando todo el mundo está recogiendo y las máquinas ya están limpiando. En la mente, frescos los goles de Mata, Alexis y Morientes... pero no más que el de Javi contra el Betis, el de Pedro en el Ruiz de Lopera, el de Álvaro en Almería, los goles, Dios Bendito, de Geijo... la celebración hecha una piña de la última victoria, con la que se me pusieron los pelos de punta... Escasos pero bonitos recuerdos en los que no ves a los jugadores, sino a las personas.
Ahora, toma las riendas del equipo otra gran persona, José Ángel. Por si había dudas, los cuchillos interesados ya han empezado a volar, así que toca defensa numantina. No sobre su trabajo, que habrá que fiscalizar: aplaudir si es bueno (el equipo ya está descendido, de todos modos) y criticar si no vale un pimiento. Pero, como persona, siempre tendrá un parapeto, por lo menos conmigo, porque en este mundo y, especialmente en el del fútbol, hay muchas alimañas sueltas que incluso antes de que des un paso ya te están poniendo la zancadilla. De mi parte, el deseo de que tenga toda la suerte del mundo.
P.D. No me iba a ir a dormir sin un pensamiento para acostarme con una sonrisa en la boca. Esta Copa del Rey es para ALFREDO, que me ha llamado a las seis de la tarde totalmente peonza, con la ilusión de un niño y se ha visto recompensado con otro título (amigo, desde que tienes uso de razón, ya ha visto dos Copas del Rey, dos Ligas y una Copa de la UEFA, espero que con eso enjugues las lágrimas de París y Milán); para DAVID, el fotero del amor que, como ya os he dicho, sólo con verle sonreir con cada gol merece la pena este título; ALBERTO, un auténtico fenómeno, supervalencianista, que habrá tomado las mejores imágenes del universo mientras el corazón le zumbaba al ritmo de cada golpe de los chicos de tin-tín; para DAMI, ÓSCAR Y MIGUE, este último granota perdido, pero que siempre está donde ocurre la noticia, para cubrirla mejor que nadie; a PAU, para el que espero que la Copa signifique baraka, que sea una buena señal; para MANOLO ANDRÉS y LUCÍA, que han tenido el detalle de mandarme un AMUNT porque sabían que estaba trabajando; a PEDRIÑO, que me ha llamado al teléfono a las tres de la mañana, mientras escribía esto, y me he hecho el longuis porque voy en pijama; para MANU y la peña Gaibiel porque, aunque es un raulista, espero que salga del lado oscuro y recupere la razón; para VÍCTOR, este título también es suyo, por currar hasta las dos de la mañana; para VLADAN, otro valencianista ilustre por mor de admirador de Cañete; para OLI, porque desde que estoy con ella hemos ganado la friolera de siete títulos. Me voy a la cama con una sonrisa pensando en DANI (espero que el título le alivie un poco, porque sé que lo pasa mal y se enfada cuando al equipo no le van bien las cosas), ALVARITO (a ver si este verano nos sentamos en torno a una mesa, pedimos unos cáfés tocados de coñac y fichamos a Cristiano Ronaldo), a MI PADRE (que me regaló tres entradas para ir a la final del agua del 95, con un par de amigos), a ATO (otro que me ha llamado, que es del Depor, pero sé que se alegra por mí), a ÓSCAR...
Por todo ello, pese a la jornada agridulce, me acuesto con una sonrisa de oreja a oreja. Y, qué coño, a ver si me dejo la sacarina e igual me saben mejor los días.
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