martes, 2 de diciembre de 2008

2.989.269




2.989.269. No es el número de la lotería ni el precio de Pisculichi en Comunio. Es el número de desempleados en España. A mí no me hace falta que nadie me quite la venda política de los ojos porque vivo sin ella desde hace mucho tiempo, con mis equivocadas o acertadas ideas, pero ahora ya tengo a varios queridos amigos engrosando las listas del INEM y esto pasa a ser personal. Espero equivocarme, pero todo apunta a que dentro de un año estaremos rozando los cuatro millones. Las crisis económicas mundiales siempre cogen al PSOE por medio. El dato está ahí. Las conclusiones, en la conciencia de cada uno.

Aquí hay bocas que se van a quedar sin alimento pero nadie se altera. En esta diferente, genial y puta España, nos lanzamos a la calle por el Plan Bolonia, aunque pocos sepan de qué va la película, yo entre ellos. En España sólo nos preocupa que se le haga un homenaje a sor Maravillas en el Congreso o que Rafa Nadal, Casillas o Bisbal lean la constitución en el Parlamento (buena idea esta última la de José Bono, pues se trata de personas ejemplares para la juventud que pueden inculcar a éstos el respeto hacia la única Constitución que tenemos). Nuestra preocupación es que EEUU hiciera escala en España para llevar a unos talibanes a Guantánamo o que Esperanza Aguirre saliera por patas de la India porque le acribillaron el coche. Sólo perdemos el sueño cuando se hunde un petrolero y deja llena de mierda las orillas de la piel de toro. Si nuestro vecino se queda con una mano delante y otra detrás, eso ya nos la trae el pairo. Si nos afecta a nosotros, ya es otra cosa, el gobierno es una mierda y tal y tal.

Tengo la suerte de que la mayoría de mis amigos son desprendidos y, en la medida de nuestras posibilidades, que son pocas, nos apoyamos los unos a los otros. Otros, son más agarrados que el tango, pero los quiero igual. Tres de ellos se han quedado en el paro y, curiosamente, son de los que dan todo lo que tienen. Así les va cuando no hay trabajo. Los justos son azotados y Dios le da pan al que no tiene dientes.

En este país nos llevan los políticos por donde quieren y nosotros tenemos más tragaderas que yo delante de una bolsa de curasanes de chocolate de Mercadona a las siete de la tarde. Con sus argucias, quieren engañarnos pero más de uno nos hemos caido de la higuera hace tiempo. Para muestra un botón: los españoles hemos estado pagando la gasolina entre 1,20 y 1,30 euros durante 10 meses, pero a partir de noviembre se baja a 0,90 o 1'00 euros. Que no me digan que es porque ha bajado el barril de brent ése, esa milonga a los iletrados. Ahora, cuando le revisen la pensión a mi padre y a millones de padres más de España, como la inflación ha bajado de repente, se la subirán una miseria y, a partir de enero, subirán otra vez los alimentos y los combustibles, por lo que habrán perdido poder adquisitivo y aquí no ha pasado nada. Nosotros, pues cogeremos nuestra bandera gay y la cuatri para protestar por el Plan Bolonia. Porque, lo único que nos faltaba, es que vinieran aquí cuatro italianos a decirnos cómo tenemos que estudiar...