sábado, 25 de octubre de 2008

El médico


Gaspar Llamazares ha dicho hoy adiós a su cargo como coordinador general de Izquierda Unida. No voy a cargar ahora contra el asturiano, ahora que se ha marchado. No sería correcto. Toda la bilis que he tenido que soltar contra él ya ha quedado reflejada en entradas anteriores. Ha durado ocho años. Sólo añadir que es otra víctima-cómplice del sistema político de nuestro país. Víctima de la pugna por hacerse con el poder de las distintas ramas de su partido. En las formaciones menores se nota más, porque ya son pocos como para quedarse gente por el camino. IU ha pasado de tener 21 diputados en 1996 a 2 en la actualidad. Las cifras lo dicen todo, él se hunde solo. En el lado negativo de la balanza, su alianza con los fascistas del PNV y EA en el País Vasco y, por otro lado, no haber sabido limpiar de carroña su partido para trabajar a sus anchas; el lado positivo, haber sido un caballero en las formas, aunque eso no sirve de nada, lo importante, en teoría, que no en la práctica como sabemos en este país, son las ideas. Que te vaya bien, Gaspar. Mejor como médico que como político.
Lo que ha sucedido en IU, ya pasó hace unos meses en el PP. Había una clara división entre marianistas y los que querían dar una vuelta a la concepción del partido. Pero, aunque eran muchas las voces críticas, había la misma cantidad de personajes que tenían que defender con uñas y dientes su puesto y su faltriquera. Los Gallardón, Camps (sí, el actor de la teleserie que hacen todos los días de 14:00 a 15:30 en Canal 9) y compañía...
Volviendo a IU y, en concreto, al Partido Comunista, llegó a 21 diputados, es decir, a sus cotas más altas de aceptación social, por la gran labor que realizó al frente Julio Anguita, como ya he explicado en otras ocasiones, un señor de los pies a la cabeza, de los de palabra. No diré nada más, porque parecerá que me paga por halagarle. Además, el gobierno de Felipe llegó a tales cotas de corrupción y bochorno que la gente de izquierdas tuvo que echarse en manos del político cordobés. Pero IU es un partido irreal, onírico, de ideas poco palpables. Ya lo era incluso el PC. En 1977, los comunistas, pese a toda la propaganda y popularidad que arrastraban, sólo sacaron 19 escaños frente a los 284 que sumaron UCD y PSOE. En el 79 subieron a 23, pero en el 82 el PCE ya bajó a cuatro. Es decir, residual.
Sin embargo, esos cuatro gatos, 20 años antes, cuando Franco no quería soltar la presa, eran los únicos rojos con dos cojones para echarse a la calle y llevarse cuatro hostias de los grises, mientras los socialistas se dedicaban a tomar tortilla de patatas y a hacer negocios con el gobierno franquista y a llenarse bien los bolsillos, como ciertos editores y empresarios de comunicación adalides del progresismo.
Porca España. Querida España.

jueves, 23 de octubre de 2008

No puedo dejar el Rock


Tengo muy descuidado este blog. El sentido de un sitio así es actualizarlo con asiduidad, ya sea con situaciones o experiencias personales, pensamientos, opiniones, rarezas, curiosidades... y no tiene sentido tenerlo vacío, pues lo más honesto entonces es cerrar la paraeta y a otra cosa mariposa. Menos perdón debería tener un periodista, pues esto me sirve como sano ejercicio para coger soltura y desahogarme de ciertas cosas que no puedes soltar en las páginas de un diario. En fin, a lo que vamos, voy a dejar de daros la paliza y paso a hablar de un tema.

Creo que es justo dedicar un huequecito dentro de mi blog, que siempre se les quedará pequeño a ellos, a unos músicos que siempre han dejado una huella indeleble dentro de mi personalidad. Hay acontecimientos y personas que se encajan en el puzzle de tu vida y, cuando quitas esa pieza, se desmorona toda la torre de babel que tienes montada a base de valores, recuerdos, sentimientos, ideas o valores. Si te quitan ese algo no eres tú o dejas de ser tú al 100%. Para encajar todas esas piezas, hay diversos engrasantes y uno de los más importantes es la música. Por lo menos, para mí lo es.

Me gusta el rock and roll y, sobre todo, me gusta el rock español. No me gusta que me den la paliza con consignas políticas (por eso, principalmente, dejé en su día de escuchar a los Reincidentes, aunque seguro que está entre los mejores 10 grupos de su género y de vez en cuando vibro con muchas de sus canciones). Me gusta que me hablen de experiencias vitales. Me gusta que me hablen del amor desde todas sus aristas y, por ello, mi grupo favorito es Extremoduro. Nunca nadie ligó de manera tan perfecta drogas y amor y es raro, porque son dos palabras sinónimas y nunca nadie habló de forma tan sincera y descarnada de sexo y amor. Nunca vi una entrega tan total como la que dice el verso: "te doy todo mi esperma y no sé si te alimenta". Pero no quiero desviarme del tema, porque no quiero hablar aquí de Robe y compañía. Quiero hablar de Los Suaves.

Tengo la suerte de gozar de unos amigos que me introdujeron a martillazos, no había otro remedio, en el amor a la música rock. Aprendí a comprender a Nirvana, a venerar a Los Ramones, a fundirme con los Extremo y a sorprenderme con Marea, pero los que primero me pusieron los ojos como platos fueron Yosi y compañía. Algunos sabreis que no tengo mucha idea de música, pero tengo mi idea propia y me atrevo a decir que Los Suaves son el mejor grupo de rock and roll puro del panorama español.

Más que de la cosa técnica, hablo de vivencias. Recuerdo como si fuera ayer el concierto que dieron en el 96 en Godella, dentro de la gira del 'Hay alguien ahí'. Es la mejor actuación de cualquier grupo a la que he acudido en mi vida. Con la intrepidez y el descaro de los 17 años, estuve con mis amigos perelloneros en todo el meollo y sudamos de lo lindo, pero merecía la pena escuchar ese guitarreo inconfundible y esas letras descarnadas en las primeras filas, cuando Yosi todavía podía aguantar en pie una actuación de dos horas. Luego, vuelta en metro a Valencia, concretamente a la Plaza Xuquer, donde nos bebimos dos litros de Cerol con Coca-cola que no hizo más que emocionarnos más por lo que habíamos vivido.

Con más cariño recuerdo el concierto al que acudimos en la Sala todavía llamada Roxy, en San Vicente. Fue con motivo del disco 'San Francisco Express', el último de los discos con una acogida masiva. Fue algo semiprivado, casi clandestino. Los músicos querían presentar de forma íntima su nuevo trabajo y no sé de qué forma se corrió la voz que terminamos unos pocos perellonenses con entradas para acudir a la mítica sala con otras 200 personas. Al día siguiente yo tenía un examen de economía con Evaristo. Daba igual si tenía que acudir a septiembre, lo primero era lo primera. Yosi hizo correr una botella de whisky y machacó con caricias su guitarra hasta que no nos quedó más voz. Luego habló con la gente como el tío del pueblo que era. Al día siguiente saqué un notable en ese examen.

El último concierto de Los Suaves al que fui (y que me he enterado que también estuvo Chimo Masmano, del AS) fue en Arena, otra mítica sala, en el 97. También tocaba La Renga y la entrada todavía está en la pared de mi habitación con una chincheta, espero que mi madre no la haya tirado porque la liaremos. Yosi empezó su actuación con una tostada que no le permitió pasar de la segunda o tercera canción. Para terminar con la farsa, el líder del grupo decidió bajarse pantalones y calzoncillos, quedarse en cueros, ser retirado por la seguridad y dejar de cantar, por tanto. Daba igual, quedaban el virtuoso guitarra solista Alberto Cereijo, Charly, Gelo y Montxo para seguir animándonos. No eran más que el medio para darle rienda suelta a nuestra mitomanía. Cantamos todas las canciones y casi ni nos dimos cuenta de que Yosi no podía ni emitir un sonido. Al final del concierto, nos acercamos con nuestras sudaderas y todos los componentes del grupo nos firmaron las mismas, además de mantener con ellos una amena conversación.

Los Suaves no eran sólo música, se trataba de una religión. Yo era de los que lucía orgulloso un parche con un gato en la cazadora vaquera y, por supuesto, de los que puso la pegatina del gato en la parte de atrás de su coche, en este caso mi Opel Corsa gris. La pegatina se marcho al desguace con la chatarra.

Tampoco olvidaré nunca aquellas noches, horas y horas, bebiendo cubatas y hablando de la vida en el pequeño puerto del Perelló, sentados en un murito que contenía una pintada que rezaba 'Suaves fanáticos'. Para nosotros, con la inocencia de los 17, 18, 19 años, era obligado rendir visita cada vez a ese murito. Era como ir a misa. Pero la pintada, el muro, incluso los cubatas, no eran más que la excusa para tener nuestro pequeño y cerrado espacio de una exclusiva amistad. ¿Te acuerdas, hermano?

Peligrosa María, El Afilador, Malas Noticias, Pardao, Si pudiera, Dolores, Pobre jugador... Tantas y tantos nombres que son pegatinas en el archivador de tu vida... trozos de tu vida. No sé en qué nivel se encuentran ahora, aunque creo que todavía siguen sacando algún disco. Estén como estén, cada vez que escucho una canción, los recuerdo, recuerdo aquellos años de mi vida, y no puedo evitar que se me pongan los pelos de punta y se me dibuje una melancólica sonrisa de satisfacción en la cara.

Dame Rock And Roll.

martes, 21 de octubre de 2008

políticos, POLÍTICOS


Ya he cumplido contándoos nuestro viaje a NY y Hawaii en los que me lo pasé teta, pero lo que me pide el cuerpo es guerra y escribir de otras cosas y otras preocupaciones. Al grano. Nada más aterrizar en Barajas, me desayuno (era primera hora de la mañana), además de un capuccino y una muffin de frutas, me entero de que el Estado, por orden del Banco Central Europeo (me la bufa de quién sea la orden) le ha soltado 100.000 millones de euros a los bancos, por todo el morro, por no se qué de la liquidez de no se qué y la confianza de no sé cuántos y la reactivación de la economía por mor de la jeta de los de siempre. Me parece uno de los hechos más graves que se han producido en nuestra democracia, dando por hecho que los bancos no van a devolver la pasta ni por saber morir. Vaya MORRO y nosotros con cara de gilipollas.

Ya sé que teóricamente esto tiene que redundar positivamente a la hora de conceder créditos y patatín y patatán. A otro perro con ese hueso. Los bancos, cuando hacen balance anualmente, siempre arrojan cifras astronómicas de ganancias, así que no veo yo la necesidad de soltarles por la cara 0'1 billones de euros que se podrían emplear en cosas más importantes o, simplemente, en ahorrar. No he visto al gobierno soltarle 100.000 millones al tendero de la esquina cuando ha tenido que cerrar su tienda o 100.000 millones al pobre currante que no ha podido pagar su casa y se la han quitado cuatro mangantes malnacidos con trajes de medio millón de pelas. Pero aquí estamos los españolitos, que nos venimos tan arriba cuando hablamos de política, a ver quién habla más alto en una reunión porque ése es el que al final se cree que tiene la razón. Y, a la hora de la verdad, sólo saltamos a la calle cuando se hunde un petrolero o cuando Aznar se da la mano con Bush por una guerra que ni nos va ni nos viene. Así nos está luciendo el pelo.

La única participación que nos dejan tener es una vez cada cuatro años. Entonces, el españolito que es más listo que los demás y chilla más que los demás en las tertulias políticas, va como un borrego a dejar la papeleta pese a que tenga que taparse la nariz cuando lee los nombres de los candidatos. Luego, estamos toda la tarde pendientes de la televisión a ver quién es nuestro nuevo mesías y, sobre las nueve, se asoma al balcón un tío con cara de gilipollas que no pasaría el test de inteligencia del libro gordo de Petete. Luego, aguantar cuatro años de precampaña, con tíos chillando consignas y peleándose aunque, a la hora de votar un aumento de sueldo para los diputados, éstos (PP, PSOE, hasta HB, todos de acuerdo) son amigos por un día y cierran filas. Asqueroso.

A un lado, tenemos al peor gestor de la democracia, José Luis Rodríguez Zapatero, con diferencia el presidente más pésimo que ha dirigido este país. Por el otro, al tío con menos decencia que me podía tirar a la cara que, después de perder dos elecciones, todavía tiene la cara dura de presentarse como candidato a una tercera que va a perder FIJO. De los otros partidos casi ni me merece la pena hablar porque son residuales y, además, los nacionalistas son los únicos que nunca engañan a nadie. Lo que pasa es que los dos grandes partidos no tienen arrestos para cambiar la ley electoral. ¡¡¡Pero si ni siquiera aprovecharon la última disolución de las Cortes para abolir la Ley Sálica!!! Cuando Leticia tenga un niño, entonces todos corriendo, todos discutiendo para que al final Jaime Peñafiel se haga de oro de tertulia en tertulia opinando quién debe sentarse en el trono de pin y pon.

Después de pelar a los políticos a cuenta de las crisis económica, no quiero dejar pasar la oportunidad de mostrar mi total repulsa a los líderes sindicales. Con la que está cayendo y ahí los tienes, que ni aparecen ni se pronuncian por no ofender, bien apesebraditos. No sé si, con 30 años, soy joven o mayor, pero tengo la suficiente memoria para recordar grandes manifestaciones con señores de los pies a la cabeza como Nicolás Redondo o Marcelino Camacho montándole un pifostio (y dos y tres y cuatro) de tres pares de narices a Felipe González. Otros tiempos, otras personas, otros valores, otras inquietudes, otros ideales. El primero de ellos, Redondo, siendo diputado del PSOE a finales de los 80, votó en contra de unos presupuestos generales del Estado y, después, renunció a su acta de diputado dejando a Felipín con cara de tonto. Con dos cojones. A ver quién se atreve a hacer eso ahora. Nadie, porque los políticos viven de la política y, muchos, fuera de ella, no sabrían ni hacer la 'o' con un canuto.

Salvando las diferencias ideológicas que pueda tener con cada uno, ya no nacen políticos de raza como Julio Anguita, como Manuel Fraga, que no temían decir lo que pensaban y en lo que creían porque su trayectoria política e intelectual les avalaba. Ni que decir tiene como Adolfo Suárez. Aparte de todo lo que hizo por este país y que nadie le agradece ya, para avalar su carrera de gran estadista sólo hace falta una imagen: verlo de pie en el Congreso el 23-F con los militares pegando tiros, mientras el 99 por ciento restanto de diputados (incluyendo Felipe, que se tiró como una rata) se escondían detrás de sus escaños, me enorgullece. Quizá lo del Alzheimer ha sido un regalo del dios de los políticos, que no quiere que Adolfo sea consciente de todo lo que está sucediendo, porque le haría llevarse las manos en la cabeza de lo patético de la situación.

Lo siento por la perorata pero, desde que baje del avión, tenía ganas de escribir esto. A algunos no les interesará, a otros sí, pero yo me he quedado muy a gusto y más ancho que largo.

PD: Me produce auténtica lástima escuchar a gente que conozco, adalides del socialismo, que hace un par de años te soltaban el discurso del progresismo como bondad universal, oirlos ahora rajar de Zapatero sólo porque tienen que empezar a apretarse el cinturón por culpa de la crisis. Me da pena, qué quereis que os diga. Sucio y perro dinero en esta vieja ramera que es España.

Perdonen el retraso


Ante todo, disculpas por mi tardanza desde la última vez que escribí, no tengo perdón de Dios y, lo que me debería preocupar más, de los humanos. Ya conoceis mi legendaria tendencia al acomodamiento, algo que debería corregir porque el listón en esto de los blogs está muy alto y, sobre todo, desde la incorporación al mundillo literario de dos que pisan fuerte como pluma-afilada-Alberto y David, el fotero del amor. A partir de esta absurda e inconveniente reflexión, paso a relataros mi viaje (nuestro viaje, mi luna de miel con Olivia) por New York y Hawaii. Por cierto, aunque a Olivia al final le ha encantado la Gran Manzana, quien más fuerza hizo para viajar a esa gran ciudad fue un servidor. Cuando conté a la gente con toda la ilusión de un chiquillo cuál iba a ser mi destino de recién casados, más de uno me contestó que a NY se puede ir en cualquier momento de tu vida. Enhorabuena pues al que sea tan afortunado. Para mí, por si acaso, lo que va davant va davant, no sea que me muera y me quede sin ver esta maravilla mundial que es la ciudad de las 10 avenidas.

Llegamos cansados tras ocho horas de vuelo que se hicieron más llevaderas de lo que me imaginaba, quizá porque Iberia, aunque nunca verás un vuelo de esta compañía que salga con puntualidad, ameniza bastante sus viajes con buenas películas y no como American Airlines, que pone las cintas que descartan los de Autorex. Como he dicho, voy a ir al grano, aunque estos detalles sé que os gustan. Tras acomodarnos en la habitación, salimos a estirar las piernas el lunes por la tarde-noche y lo que experimenté al salir a la Séptima con Broadway es algo que no se me olvidará en la vida, con esos luminosos y esa actividad por las calles, mejor que en las películas. Y es que pasear por la Gran Manzana es como protagonizar una película, a cada sitio que mires te recuerda a algo que has visto en la gran pantalla. Puedes ir de compras a Sharks, la tienda a la que acudía Michael Corleone con Kay Adams a realizar las adquisiciones navideñas; o contemplar la fachada de la biblioteca pública con sus leones de piedra, donde un día Peter Beckmann y sus Cazafantasmas bajan cagando leches porque han visto a un espíritu y, al siguiente, matan al tío de Peter Parker por un atraco callejero; por no hablar de los grandes edificios sociales en Harlem donde Franck Lucas tenía a un centenar de tías despelotadas cortándole el caballo para venderlo en bolsitas que ponían 'Magia azul'.

No os voy a mortificar con todo lo que vi. Os podeis hacer cargo de ello. Lo mejor, la compañía. Lo peor, la comida, porque los americanos son muy guarros y te ponen platos desproporcionados. Con deciros que yo he llegado a dejarme comida sobre el plato... Por lo demás, todo son estereotipos, allí todo el mundo pasa de todos, nadie te mira aunque vayas con un flotador con la cara de zapatero en pelotas por la calle y tienen más libertad de la que se cuenta.

De Hawaii, un remanso de paz en donde todo el mundo es tan amable que incluso resulta excesivo aunque, claro, con las propinas que se llevan yo también pegaría cabotaes a todas horas. Playas espectaculares, muchos cócteles, musiqueta en la puesta de sol... Yo me sentía como Shell Oil junior en 'Con faldas y a lo loco'. En fin.

Tranquilos, no os mortifico más. A mí tampoco me apetece escribir, así que estamos todos de acuerdo. Para ser la primera vez que escribo en un mes, creo que es suficiente. Ciao.

PD: Gracias a los que os habeis acordado de mí y de este último mes tan feliz en vuestros blogs. Se agradece.