jueves, 23 de octubre de 2008

No puedo dejar el Rock


Tengo muy descuidado este blog. El sentido de un sitio así es actualizarlo con asiduidad, ya sea con situaciones o experiencias personales, pensamientos, opiniones, rarezas, curiosidades... y no tiene sentido tenerlo vacío, pues lo más honesto entonces es cerrar la paraeta y a otra cosa mariposa. Menos perdón debería tener un periodista, pues esto me sirve como sano ejercicio para coger soltura y desahogarme de ciertas cosas que no puedes soltar en las páginas de un diario. En fin, a lo que vamos, voy a dejar de daros la paliza y paso a hablar de un tema.

Creo que es justo dedicar un huequecito dentro de mi blog, que siempre se les quedará pequeño a ellos, a unos músicos que siempre han dejado una huella indeleble dentro de mi personalidad. Hay acontecimientos y personas que se encajan en el puzzle de tu vida y, cuando quitas esa pieza, se desmorona toda la torre de babel que tienes montada a base de valores, recuerdos, sentimientos, ideas o valores. Si te quitan ese algo no eres tú o dejas de ser tú al 100%. Para encajar todas esas piezas, hay diversos engrasantes y uno de los más importantes es la música. Por lo menos, para mí lo es.

Me gusta el rock and roll y, sobre todo, me gusta el rock español. No me gusta que me den la paliza con consignas políticas (por eso, principalmente, dejé en su día de escuchar a los Reincidentes, aunque seguro que está entre los mejores 10 grupos de su género y de vez en cuando vibro con muchas de sus canciones). Me gusta que me hablen de experiencias vitales. Me gusta que me hablen del amor desde todas sus aristas y, por ello, mi grupo favorito es Extremoduro. Nunca nadie ligó de manera tan perfecta drogas y amor y es raro, porque son dos palabras sinónimas y nunca nadie habló de forma tan sincera y descarnada de sexo y amor. Nunca vi una entrega tan total como la que dice el verso: "te doy todo mi esperma y no sé si te alimenta". Pero no quiero desviarme del tema, porque no quiero hablar aquí de Robe y compañía. Quiero hablar de Los Suaves.

Tengo la suerte de gozar de unos amigos que me introdujeron a martillazos, no había otro remedio, en el amor a la música rock. Aprendí a comprender a Nirvana, a venerar a Los Ramones, a fundirme con los Extremo y a sorprenderme con Marea, pero los que primero me pusieron los ojos como platos fueron Yosi y compañía. Algunos sabreis que no tengo mucha idea de música, pero tengo mi idea propia y me atrevo a decir que Los Suaves son el mejor grupo de rock and roll puro del panorama español.

Más que de la cosa técnica, hablo de vivencias. Recuerdo como si fuera ayer el concierto que dieron en el 96 en Godella, dentro de la gira del 'Hay alguien ahí'. Es la mejor actuación de cualquier grupo a la que he acudido en mi vida. Con la intrepidez y el descaro de los 17 años, estuve con mis amigos perelloneros en todo el meollo y sudamos de lo lindo, pero merecía la pena escuchar ese guitarreo inconfundible y esas letras descarnadas en las primeras filas, cuando Yosi todavía podía aguantar en pie una actuación de dos horas. Luego, vuelta en metro a Valencia, concretamente a la Plaza Xuquer, donde nos bebimos dos litros de Cerol con Coca-cola que no hizo más que emocionarnos más por lo que habíamos vivido.

Con más cariño recuerdo el concierto al que acudimos en la Sala todavía llamada Roxy, en San Vicente. Fue con motivo del disco 'San Francisco Express', el último de los discos con una acogida masiva. Fue algo semiprivado, casi clandestino. Los músicos querían presentar de forma íntima su nuevo trabajo y no sé de qué forma se corrió la voz que terminamos unos pocos perellonenses con entradas para acudir a la mítica sala con otras 200 personas. Al día siguiente yo tenía un examen de economía con Evaristo. Daba igual si tenía que acudir a septiembre, lo primero era lo primera. Yosi hizo correr una botella de whisky y machacó con caricias su guitarra hasta que no nos quedó más voz. Luego habló con la gente como el tío del pueblo que era. Al día siguiente saqué un notable en ese examen.

El último concierto de Los Suaves al que fui (y que me he enterado que también estuvo Chimo Masmano, del AS) fue en Arena, otra mítica sala, en el 97. También tocaba La Renga y la entrada todavía está en la pared de mi habitación con una chincheta, espero que mi madre no la haya tirado porque la liaremos. Yosi empezó su actuación con una tostada que no le permitió pasar de la segunda o tercera canción. Para terminar con la farsa, el líder del grupo decidió bajarse pantalones y calzoncillos, quedarse en cueros, ser retirado por la seguridad y dejar de cantar, por tanto. Daba igual, quedaban el virtuoso guitarra solista Alberto Cereijo, Charly, Gelo y Montxo para seguir animándonos. No eran más que el medio para darle rienda suelta a nuestra mitomanía. Cantamos todas las canciones y casi ni nos dimos cuenta de que Yosi no podía ni emitir un sonido. Al final del concierto, nos acercamos con nuestras sudaderas y todos los componentes del grupo nos firmaron las mismas, además de mantener con ellos una amena conversación.

Los Suaves no eran sólo música, se trataba de una religión. Yo era de los que lucía orgulloso un parche con un gato en la cazadora vaquera y, por supuesto, de los que puso la pegatina del gato en la parte de atrás de su coche, en este caso mi Opel Corsa gris. La pegatina se marcho al desguace con la chatarra.

Tampoco olvidaré nunca aquellas noches, horas y horas, bebiendo cubatas y hablando de la vida en el pequeño puerto del Perelló, sentados en un murito que contenía una pintada que rezaba 'Suaves fanáticos'. Para nosotros, con la inocencia de los 17, 18, 19 años, era obligado rendir visita cada vez a ese murito. Era como ir a misa. Pero la pintada, el muro, incluso los cubatas, no eran más que la excusa para tener nuestro pequeño y cerrado espacio de una exclusiva amistad. ¿Te acuerdas, hermano?

Peligrosa María, El Afilador, Malas Noticias, Pardao, Si pudiera, Dolores, Pobre jugador... Tantas y tantos nombres que son pegatinas en el archivador de tu vida... trozos de tu vida. No sé en qué nivel se encuentran ahora, aunque creo que todavía siguen sacando algún disco. Estén como estén, cada vez que escucho una canción, los recuerdo, recuerdo aquellos años de mi vida, y no puedo evitar que se me pongan los pelos de punta y se me dibuje una melancólica sonrisa de satisfacción en la cara.

Dame Rock And Roll.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

La próxima vez habla de música... Me has emocionado, novensano de mirada limpia. Un vehículo como hablar de Los Suaves ha sacado a la palestra al Javimin adolescente, un muchacho tierno como el pan Bimbo.

Peligro

Anónimo dijo...

¿Javi Mínguez? ¿El del CEU? Hombre, qué puñetera casualidad. Un saludo de un excompañero periolisto.

Jorge M.

Anthony Minguella dijo...

¿No serás el mítico Jorge?

Anónimo dijo...

¿Mítico? Si es por que no aparecía por clase y mi existencia estaba puesta en entredicho, sí, soy yo: Jorge Muñoz.
Es curioso, llegué a tu blog buscando información del Pamesa... por cierto, a ver si este año Claver explota!

Por cierto, enhorabuena por tu boda y demás. Veo que estás satisfecho. Es bueno ver que la gente de bien prospera.

Más saludos!

Anthony Minguella dijo...

Jorge, si quieres leer buena información sobre Pamesa y baloncesto, además de comprarte el AS, deberías visitas con frecuencia el blog de mi amigo y compañero (escribe en el AS, como yo) Aitor Pilán, que es una de las cinco o seis personas que más sabe de este deporte en este país. Míralo, la dirección la tengo entre mis favoritos. Un abrazo.

Manuel García Santa Cruz dijo...

Todavía tengo el pitillo que me entrego Gero, o la lata de cerveza que compartí con Alberto en la Roxy, por no hablar de esa camiseta colgada en mi dormitroio de casa de mis padres firmada por ellos. cuando Yosi me comento que era un tipo inteligente y nos pusimos a criticar en los que en aquella época gobernaban la comunidad, que siguen sinedo los mismos (creo).

Godella que grande fue, primero futbol en la tele y luego pedo y a disfrutar. Arena que mítico concierto!!
Umm!! si pudiera...y parece que aún fue ayer